Llevo días pensando y esta entrada es para recordarme momentos que deberían inspirarme para intentar cosas nuevas, enfrentar nuevos retos, sentirme capaz y merecedora de ellos. Ha llegado el momento en el que debo creer, de veras, en mí misma.
-Tengo los privilegios suficientes para llegar hasta donde estoy, y he tragado y escupido en la cara patriarcal mis mismas limitaciones. La maestría es como un resumen de ello. Es haber solventado una deuda con mi pasado, sanar heridas de mi adolescencia.
-Siempre me dicen que escribo muy bien. Me lo dijo mi director de tesis de licenciatura, me lo reiteró mi directora de tesis de la maestría, lo dicen mis compañerxs y una de mis sinodales dijo que mi tesis de maestría está en nivel de calidad de un doctorado. Puedo y estoy lista para enfrentar el reto.
-Leo a pensadoras como Sara Ahmed y me siento acompañada. Sus palabras representan ese mismo libro de compañía del que ella habla. Comparto la experiencia de las preguntas incómodas pero muchas de ellas las he pasado. Después de leerla no sé si mi interacción social vuelva a ser más o menos la misma.
-Recuerdo que cuando elegí mi tema de tesis de la licenciatura tuve inquietudes profundas acerca de cómo hacer crítica literaria feminista demandaba más que denunciar la presencia del patriarcado en las obras como tarea de nuestro tiempo. Es decir, yo podría generar infinitos textos donde aborde cómo se ven las relaciones patriarcales en cada obra literaria simple y sencillamente porque el patriarcado sigue estando vigente. Con el tiempo se ha ido adaptando a los cambios culturales pero la médula continúa ahí y es nuestro trabajo ver las nuevas formas que cobra. Uno de mus objetivos era poder hacer una lectura de la Maga más allá de esa mirada patriarcal, poniéndola en diálogo con la estética cortazariana para exponer la necesidad que existe de la sensibilidad subestimada al lado de la razón. Siguiendo las dicotomías del sexo-género (pensamiento moderno) y en análisis que se limitan a asimilar esos binarismos, claro que hay sitios simbólicos que ocupa Lucía si solo lo vemos desde el género. Sin embargo, si problematizamos esas dicotomías de la herencia cartesiana y nos preguntamos por qué esos sitios debemos reafirmarlos como inferiores entonces estamos dando la vuelta de tuerca. ¿Por qué y para quién son inferiores? En fin, es pensar en la reivindicación o resignificación de los espacios simbólicos que se han feminizado. Así como lo señala Silvia Federici, Sara Ahmed (con el giro emocional o afectivo) y, creo, Rosi Braidotti desde su mirada postestructuralista. En fin, digo todo esto para motivarme sobre por qué mis intuiciones me llevaron a caminos que otras pensadoras ya habían transitado, donde hallé que mis inquietudes tenían eco y trazan otras miradas. Me sentí abrazada al leerlos y me sentí más encontrada, reafirmada y segura de mis intuiciones. Estoy esperando esa voz de la intuición o esa señal que me nace de las vísceras para empujarme a convencerme de un proyecto o una idea. Ahora mismo creo que lo siento. Ojalá esta agua de río encuentre su cauce hacia otro viaje epistémico que derive en algo más asequible, hacia otra materialización de las palabras...
-Tengo miedo de postularme. Reconozco que es una cuestión de ego: académicamente siempre he obtenido lo que he querido; soy seleccionada para los programas a los que aspiro pertenecer. No quedar puede ser otro logro cumplido o una lección de vanidad ególatra aprendida. Realmente no sé si la necesito porque siempre estoy en posición 50/50 y doy lo mejor de mí de la manera más sincera que puedo.
¿Será posible que las personas inteligentes se den cuenta de que lo son? Nunca me he sentido lo suficientemente lista pero siempre me lo repiten. Supongo que también es relativo y depende de cómo se percibe esa inteligencia. Pienso que me ha importado más ser crítica (killjoy) que demostrar mi inteligencia. La crítica puede asomarse en los momentos más banales; la inteligencia me parece elitista, sobre todo si es un acervo memorial de datos rebuscados.
Voy a tragar una bocanada de aire, la más grande de mi vida y voy a dar el salto. Quizás salga pronto y busque otros caminos, o quizá me quede en las profundidades un rato. Hay cosas que en la superficie no puedo encontrar. No quiero acomodarme en la contemplación. Necesitamos actuar.
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