Estoy pensando mucho en mis problemas con el ligue con hombres específicamente. Hoy estuve viendo algunos memes creados desde la experiencia de las mujeres en un tono sexual bastante afirmativo. Volvemos a las dualidades y a la cosificación de los varones a través de la sinécdoque pseudo cómica de valorarlos por su pene y que incluso propone una metonimia risible. Tema para otra entrada, si me da la gana.
Vuelvo al punto. Mi problema central entonces es que yo no puedo ligar ni coquetear en los términos tradicionales porque todo es un juego de poder. Es ver quién resiste o cede más, quién gana y quién pierde, a la voluntad de quién estamos. Todo es una lucha de egos. Que si dices que sí a la primera eres una fácil, que si dices que no, estás haciendo perder el tiempo. Digamos que todo eso tiene un valor que solo habita en nuestra subjetividad individual pero no la creo tan desprolija de otros asuntos. Eso me recuerda a un tema sobre el que reflexioné en el pasado y que compartí también en este espacio. Creo que la siguiente pregunta lo sintetiza muy bien: ¿de qué sirve que las mujeres nos reapropiemos de nuestra sexualidad con mucha agencia y "empoderamiento" (como algunxs le llamarían), si los varones nos siguen percibiendo desde el policonsumo de cuerpos? Yo sé que esa percepción masculina no podemos cambiarla en la dimensión particular del sexo en una pareja heterosexual, pero me da para pensar entonces cómo gestiono mi sexualidad. Cuándo deben advertirme todas mis amigas de ser muy "fácil" porque no me "doy a desear", es decir, no me interesa jugar los juegos del poder, ver quién tiene la batuta, quién demuestra más interés. Ejemplos: quién saluda primero a quién, quién propone un encuentro primero, cuánto tiempo debes esperar para contestar un mensaje, cómo debes vestirte en esas citas, qué se supone que esperes en encuentros posteriores. Qué hueva tantas reglas en un juego ambiguo donde, además, es ultra evidente la pretensión estúpidamente velada por hacerse lxs desinteresados, lxs que no quieren nada serio, lxs que ni siquiera hablan de lo que quieren ni en el sexo ni en otra clase de vínculo afectivo.
¿Por qué los hombres cuando las mujeres nos insinuamos sexualmente sienten el miedo y la necesidad de aclarar que no quieren que una se enamore de ellos? Pues porque la sexualidad femenina siempre ha estado relacionada estrechamente con el amor. Es decir, solo la ejercemos cuando estamos enamoradas de alguien, según dicta la tradición y la moral imperantes de raíz profundamente patriarcal. Parece imposible imaginar aun en la actualidad que una quiera tener sexo por el mero placer de tenerlo con quien una quiera, cómo una consienta y cuando una lo desee. Desde mi trinchera ya trato de desdibujar esas narrativas pero siguen estando ahí, en el subconsciente del imaginario social. Es difícil, muchas veces, ir contracorriente pero, al menos para mí, no hay otra forma de transitar estos cauces de la existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario