lunes, 23 de agosto de 2021

Querido diario:

 Llevo días pensando y esta entrada es para recordarme momentos que deberían inspirarme para intentar cosas nuevas, enfrentar nuevos retos, sentirme capaz y merecedora de ellos. Ha llegado el momento en el que debo creer, de veras, en mí misma.

-Tengo los privilegios suficientes para llegar hasta donde estoy, y he tragado y escupido en la cara patriarcal mis mismas limitaciones. La maestría es como un resumen de ello. Es haber solventado una deuda con mi pasado, sanar heridas de mi adolescencia. 

-Siempre me dicen que escribo muy bien. Me lo dijo mi director de tesis de licenciatura, me lo reiteró mi directora de tesis de la maestría, lo dicen mis compañerxs y una de mis sinodales dijo que mi tesis de maestría está en nivel de calidad de un doctorado. Puedo y estoy lista para enfrentar el reto. 

-Leo a pensadoras como Sara Ahmed y me siento acompañada. Sus palabras representan ese mismo libro de compañía del que ella habla. Comparto la experiencia de las preguntas incómodas pero muchas de ellas las he pasado. Después de leerla no sé si mi interacción social vuelva a ser más o menos la misma. 

-Recuerdo que cuando elegí mi tema de tesis de la licenciatura tuve inquietudes profundas acerca de cómo hacer crítica literaria feminista demandaba más que denunciar la presencia del patriarcado en las obras como tarea de nuestro tiempo. Es decir, yo podría generar infinitos textos donde aborde cómo se ven las relaciones patriarcales en cada obra literaria simple y sencillamente porque el patriarcado sigue estando vigente. Con el tiempo se ha ido adaptando a los cambios culturales pero la médula continúa ahí y es nuestro trabajo ver las nuevas formas que cobra. Uno de mus objetivos era poder hacer una lectura de la Maga más allá de esa mirada patriarcal, poniéndola en diálogo con la estética cortazariana para exponer la necesidad que existe de la sensibilidad subestimada al lado de la razón. Siguiendo las dicotomías del sexo-género (pensamiento moderno) y en análisis que se limitan a asimilar esos binarismos, claro que hay sitios simbólicos que ocupa Lucía si solo lo vemos desde el género. Sin embargo, si problematizamos esas dicotomías de la herencia cartesiana y nos preguntamos por qué esos sitios debemos reafirmarlos como inferiores entonces estamos dando la vuelta de tuerca. ¿Por qué y para quién son inferiores? En fin, es pensar en la reivindicación o resignificación de los espacios simbólicos que se han feminizado. Así como lo señala Silvia Federici, Sara Ahmed (con el giro emocional o afectivo) y, creo, Rosi Braidotti desde su mirada postestructuralista. En fin, digo todo esto para motivarme sobre por qué mis intuiciones me llevaron a caminos que otras pensadoras ya habían transitado, donde hallé que mis inquietudes tenían eco y trazan otras miradas. Me sentí abrazada al leerlos y me sentí más encontrada, reafirmada y segura de mis intuiciones. Estoy esperando esa voz de la intuición o esa señal que me nace de las vísceras para empujarme a convencerme de un proyecto o una idea. Ahora mismo creo que lo siento. Ojalá esta agua de río encuentre su cauce hacia otro viaje epistémico que derive en algo más asequible, hacia otra materialización de las palabras...

-Tengo miedo de postularme. Reconozco que es una cuestión de ego: académicamente siempre he obtenido lo que he querido; soy seleccionada para los programas a los que aspiro pertenecer. No quedar puede ser otro logro cumplido o una lección de vanidad ególatra aprendida. Realmente no sé si la necesito porque siempre estoy en posición 50/50 y doy lo mejor de mí de la manera más sincera que puedo. 

¿Será posible que las personas inteligentes se den cuenta de que lo son? Nunca me he sentido lo suficientemente lista pero siempre me lo repiten. Supongo que también es relativo y depende de cómo se percibe esa inteligencia. Pienso que me ha importado más ser crítica (killjoy) que demostrar mi inteligencia. La crítica puede asomarse en los momentos más banales; la inteligencia me parece elitista, sobre todo si es un acervo memorial de datos rebuscados. 

Voy a tragar una bocanada de aire, la más grande de mi vida y voy a dar el salto. Quizás salga pronto y busque otros caminos, o quizá me quede en las profundidades un rato. Hay cosas que en la superficie no puedo encontrar. No quiero acomodarme en la contemplación. Necesitamos actuar. 

jueves, 19 de agosto de 2021

Querido diario,

Una vez conversaba con una amiga sobre eso que muchxs dicen de que toda opinión es válida. O quizás más sobre nuestro derecho a opinar de lo que sea, ya saben, libertad de expresión y esas cosas. Yo creo que también podemos reservarnos el derecho a opinar de todo -me ocurre cuando no me siento lo suficientemente informada y no me da pena reconocerlo-, pero a veces me preocupa que nos orille al silencio como complicidad. ¿Cuándo ya reúnes los requisitos para que tu opinión sea válida?, ¿válida para quién/es?

Hablar de Algo es hacerlo presente aunque al mismo tiempo que lo ponemos en la mesa se hacen evidentes los sitios desde donde vienen. Como todo, nos formulamos opiniones que están estrechamente vinculadas con nuestra experiencia en el mundo. Hay algunas estructuras de las que nos percatamos y procuramos desaprender, pero hay otras que nos sorprenden como huéspedes normalizados en el espacio de nuestra subjetividad. Me sigue y seguirá pasando. Estructuras potentes se van reorganizando para sobrevivir en nuestra cultura a través de su socialización y normalización. Me pregunto hasta qué punto yo podría ser capaz de renunciar a sus estragos en mí como beneficio de una "buena" -relativo, sabemos- conciencia.

Ojalá yo tuviera una receta para deshacernos de la necesidad de crear jerarquías e inventar sitios de poderío. Las ideas de superioridad y solidarización con sociedades que, asumimos, en "desventaja" o "vulnerables" según la mirada privilegiada de quien tiene los recursos para "ayudar", también ha tenido resultados difíciles de lidiar. Una práctica paternalista que implica un "Yo sé mejor qué es lo que a ti te pasa y te diré cómo resolverlo" sin preguntar antes qué necesitas para resolver esa situación. Esto, ahora que lo reflexiono, tiene dimensiones muy variadas, desde el acompañamiento a una persona o una comunidad, por ejemplo.

A mí me gusta escuchar lo que las personas tienen para decir aunque no esté de acuerdo de entrada. Cuando reconozco mi resistencia trato de abrir mi cabeza porque me ayuda a comprender mejor que los conflictos no tienen dos efectos, buenos y malos, sino muchos matices en ello. Todo depende de las perspectivas. Cada quién ha contado cómo le fue en la feria, en pocas palabras.

Espero que cada vez podamos crear más sitios dónde escucharnos para comprender en lugar de sostener conversaciones acaloradas para defender celosamente nuestras ideas. Escribiendo esto entiendo más: esa necesidad de defender es por la necesidad de validación y reconocimiento que sentimos que nuestras ideas, en calidad personal (ego), merecen. Por eso duele y/o avergüenza que se rían de unx cuando comparte lo que piensa -y siente.

Reflexiones de una Sarita que lleva rato dándole vueltas al asunto. Que tengas un lindo día 🙂 

martes, 10 de agosto de 2021

Recuerdos

En estos días viene a mí un flashback de la infancia. Es un recuerdo de los pocos que tengo y es significativo. 

Era enero del 2000 y yo me acerqué a mi profesor con mi cuaderno para preguntarle si era correcto escribir "del 2000" en lugar de "de" como hacíamos el año anterior cuando asignábamos la fecha. Ejemplo: "15 de diciembre de 1999". El profesor pensó por un momento y contestó afirmativamente.

Y bueno, el recuerdo es relevante porque es de los primeros que tengo que se relacionan con mi sensibilidad de lenguaje. O cuando paseaba en la parte trasera del auto de mi tía C. y leía todos los espectaculares porque acababa de aprender a leer. 

Solo, y afortunadamente quizás, recuerdo a buenxs adultxs en mi infancia. Pero ahora que leo a Mónica Ojeda, concretamente el cuento "Caninos", me hace sospechar de mi propia memoria. Es decir, si algo se esconde en el inconsciente que no me atrevo o no soy capaz de consultar... Incluso, quién sabe, podrían ser meras ficciones de mi memoria.


domingo, 8 de agosto de 2021

Querido diario: Soy madrina de libros.

Hoy fue cumpleaños de mi mamá. Un regalo de la vida fue que coincidiera con una visita familiar, cuyas ramas en el árbol genealógico son difíciles de explicar pero donde el cariño es genuino y cálido. Bueno, vino la esposa de un primo con sus tres hijas. Yo apenas las conocí a las dos más grandes porque con la pequeña ya había platicado en alguna ocasión. El caso es que una de ellas -que tiene 13 años- comparte el hábito de la lectura. Así que con toda la emoción del mundo la invité a conocer mi pequeña -modestia aparte- biblioteca. Hablamos un poco sobre lo que le gusta leer y me comentó que nunca había tenido un libro, todo lo lee en su teléfono. Sentí unas ganas inmediatas de llevarla a alguna librería de la ciudad para que escogiera el libro que quisiera, sin embargo, era difícil hacer eso justo porque estábamos en el festejo de mi mamá. Lo mejor que se me ocurrió es regalarle aproximadamente diez libros variados para que tuviera qué leer por el resto del año. También le pedí que me contara con total confianza y honestidad qué le habían parecido. Ojalá en su próxima visita le pueda regalar más. 

Después de ese momento de intensidad de mi parte en mi demostración de amor por los libros, me fui a prepararles cafés a todxs y a partir el pastel. Fue un día que me removió algunas cosas de mí que apenas estoy tratando de descifrar.

miércoles, 4 de agosto de 2021

Mónica Ojeda nos dice:

Para mí escribir es un ejercicio de detener el tiempo, que es una apisonadora. Y a veces, cuando empiezas a escribir, se ensancha. Y puedes pensar en cosas que te han pasado, cosas que has sentido, cosas que le han pasado a tu cuerpo… Y ponerle palabras es un ejercicio de tratar de atajar lo que parece que se te está escapando.


De una entrevista que El País le hizo a Mónica Ojeda (siguiente lectura literaria para la círcula). La puedes leer aquí.

martes, 3 de agosto de 2021

Post it virtual

En el mundo de Sara tratamos de resistir tanto al feminismo hegemónico como al patriarcado, dictaduras ideológicas dicotómicas pero hambrientas de poder por donde se vea.

lunes, 2 de agosto de 2021

Querido diario:

Estoy pensando mucho en mis problemas con el ligue con hombres específicamente. Hoy estuve viendo algunos memes creados desde la experiencia de las mujeres en un tono sexual bastante afirmativo. Volvemos a las dualidades y a la cosificación de los varones a través de la sinécdoque pseudo cómica de valorarlos por su pene y que incluso propone una metonimia risible. Tema para otra entrada, si me da la gana. 

Vuelvo al punto. Mi problema central entonces es que yo no puedo ligar ni coquetear en los términos tradicionales porque todo es un juego de poder. Es ver quién resiste o cede más, quién gana y quién pierde, a la voluntad de quién estamos. Todo es una lucha de egos. Que si dices que sí a la primera eres una fácil, que si dices que no, estás haciendo perder el tiempo. Digamos que todo eso tiene un valor que solo habita en nuestra subjetividad individual pero no la creo tan desprolija de otros asuntos. Eso me recuerda a un tema sobre el que reflexioné en el pasado y que compartí también en este espacio. Creo que la siguiente pregunta lo sintetiza muy bien: ¿de qué sirve que las mujeres nos reapropiemos de nuestra sexualidad con mucha agencia y "empoderamiento" (como algunxs le llamarían), si los varones nos siguen percibiendo desde el policonsumo de cuerpos? Yo sé que esa percepción masculina no podemos cambiarla en la dimensión particular del sexo en una pareja heterosexual, pero me da para pensar entonces cómo gestiono mi sexualidad. Cuándo deben advertirme todas mis amigas de ser muy "fácil" porque no me "doy a desear", es decir, no me interesa  jugar los juegos del poder, ver quién tiene la batuta, quién demuestra más interés. Ejemplos: quién saluda primero a quién, quién propone un encuentro primero, cuánto tiempo debes esperar para contestar un mensaje, cómo debes vestirte en esas citas, qué se supone que esperes en encuentros posteriores. Qué hueva tantas reglas en un juego ambiguo donde, además, es ultra evidente la pretensión estúpidamente velada por hacerse lxs desinteresados, lxs que no quieren nada serio, lxs que ni siquiera hablan de lo que quieren ni en el sexo ni en otra clase de vínculo afectivo. 

¿Por qué los hombres cuando las mujeres nos insinuamos sexualmente sienten el miedo y la necesidad de aclarar que no quieren que una se enamore de ellos? Pues porque la sexualidad femenina siempre ha estado relacionada estrechamente con el amor. Es decir, solo la ejercemos cuando estamos enamoradas de alguien, según dicta la tradición y la moral imperantes de raíz profundamente patriarcal. Parece imposible imaginar aun en la actualidad que una quiera tener sexo por el mero placer de tenerlo con quien una quiera, cómo una consienta y cuando una lo desee. Desde mi trinchera ya trato de desdibujar esas narrativas pero siguen estando ahí, en el subconsciente del imaginario social. Es difícil, muchas veces, ir contracorriente pero, al menos para mí, no hay otra forma de transitar estos cauces de la existencia.

domingo, 1 de agosto de 2021

Fragmento del cuento "Piel de Asno" de Giovanna Rivero

Hay que temerles a los hechos fortuitos, recubiertos de inocencia. Ellos son las delicadas piezas de un rompecabezas cuya totalidad toma demasiados años en revelarse. Si falta una pieza, uno puede terminar en el fondo de un río o bajo los reflectores de un escenario; es justamente esto último lo que sentí la primera vez que canté profesionalmente con la banda góspel, que una mano bondadosa me había agarrado como a un cachorro del cuero del pescuezo y me había rescatado de la profundidad de una ciénaga. Es que los ríos pueden ser maravillosos y siniestros, y por eso todavía los necesito. Disculpen si salto como entre las piedritas de un camino mientras desarrollo mi testimonio. Nunca he sido buena con el orden de las cosas; a veces cuento primero las consecuencias o las confundo con las causas.


La semana pasada leímos el cuentario Tierra fresca sobre su tumba (2021) de la escritora boliviana Giovanna Rivero y fue una parsimoniosa delicia. T. lo dijo muy bien durante la sesión: estilo "sofisticado", super cuidado y se ve que bastante trabajado. Esta obra da para plantear el estado actual del género fantástico latinoamericano en una narradora más. Qué felicidad. 

Volví

 Y tengo la cabeza revuelta y cinco dramáticos kilos más en mi cuerpa. Urge volver a la rutina porque se resiente bien cabrón. Pero no será posible, creo. Hay que programar la cirugía, supongo que esa podría quedar para la próxima semana o finales de esta. Qué miedo pero ya quiero dar este maldito paso que no me deja avanzar más. Las vacaciones estuvieron bastante bien aunque más extensas de lo que hubiera querido. Ya me urgían mis ratos de soledad. En todo el ocio metí la pata y le escribí, como dije en mi entrada anterior, a más de un vato que no debía. Siempre haciendo lo que una no debe, ¿por qué funciono contrariada con mis deseos? Sigo limpiando el escritorio mental, necesito seguir leyendo más y pensando todavía más en mí en lugar de en tantas pendejadas... Lástima que son tan entretenidas y, con algo de suerte, deliciosas. 

Post it: Ya chole

Cada vez que hablo con ese sujeto me siento como el emoji del payaso. Ya debo dejarlo. Me siento tan perdedora como en la secu o incluso peor, porque ni siquiera lo conozco ni creo que vaya a hacerlo.