Hola, soy Alicia y creo que una de mis mayores virtudes es convertir mis debilidades en mis fortalezas. O eso intento desde hace algún tiempo pero hasta ahora puedo mirarlo con mayor consciencia.
Actitud punk rock.
He integrado la noción de punk rock a mi vocabulario desde que leí Teoría King Kong de Virginie Despentes. Jamás había pensado en esas palabras fuera de la designación a cierto género musical. Tenía nociones del punk como movimiento social pero para mí, la forma en la que lo utiliza Virginie me cayó como guante en la mano. No podía dejar de pensar en dimensionarlo en mi vida, una actitud desafiante incluso de salir vestida de cierta forma en el espacio público, contestar a los onvres que te acosan en la calle. Actitud de resistencia frente a las concepciones de la inferioridad femenina. Oponerme a ser acompañada a casa. Viajando incluso en la novedad actual del bla bla car: abordar carros de extraños en ciudades desconocidas y sólo confiar en que todo saldrá bien. Incluso ahora comienzo a gestar una reflexión sobre la ternura radical, la intervención social o lo que me gusta llamar la intensidad frente a la apatía del individualismo de nuestro tiempo.
Me dije hace poco que escribiría sobre eso. Aquí va sin mayor titubeo. Borrador/aproximación/tentativa/ideasuelta #1
Cuando pienso en la intensidad me viene a la mente algo sobre lo que una profesora de la facultad ha hecho hincapié todo el semestre: situarnos.
Bueno, pues, soy una feministamexicananorteñaradicaliterataintensa quien disfruta escribir y hablar desde la entraña, cuando se le da la gana. Pienso en la honestidad que, según, caracteriza a las personas de la región norte de México. Pienso en mi despertar de consciencia durante la pubertad al reconocerme en la multiplicidad del Yo; en aquél tiempo no podía complejizarlo más allá del identificarme con gustos en varios géneros musicales. Lo que llaman "gustos culposos" no me hacían sentir culpable, me los apropiaba y los disfrutaba. No quise declinar nada en donde sospechaba un atisbo de disfrute: el alcohol, el perreo, los antros, las drogas, el cigarro, el dance hall, los conciertos, los disfrutes random; sí, el absurdo como una presencia llena de deleite para mí.
Recuerdo dos ocasiones en las que lloré en el espacio público y cómo siempre fueron mujeres las que se acercaron a mí para preguntarme cómo estaba. Las de la última ocasión se quedaron sentadas conmigo. No recuerdo por qué lloraba pero me resulta importante pensar en las que se quedaron ahí, acompañando.
Tiempo después: el desarrollo del feminismo como posición política y, por ende, el actuar desde la sororidad.
A partir de ahí deviene otra cara de la actitud punk rock, ya no sólo como forma de resistencia frente a espacios o personas que podrían o resultaban ser amenazadores, sino en la manera de acercarme a las chicas que veía en la calle en condiciones de ahogamiento etílico, llanto desenfrenado o siendo vulneradas o violentadas en el espacio público. De ahí que no puedo ser indiferente cuando pienso en que, como dijo De Beauvoir, "el feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente".
Hay días en los que transito con atención en las personas (últimamente ha sido más usual, creo que por la clase sobre los estudios del cuerpo) y a veces preferiría no ver. Para mí ser testigo de una injusticia social en la calle ejercida desde la violencia sería bastante difícil de ignorar. Son sucesos que me descolocan en tanto que puedo ser impulsiva. Me da asco la pasividad en los momentos de crisis. Podría hacer una lista de momentos en los que he actuado por impulso y si eso es ser intensa, pues me apropio del adjetivo. Abrazo la intensidad en tanto funcione como una forma sostener la congruencia con un esquema axiológico que también entiendo como en devenir constante porque difícilmente somos lxs mismxs cada día.
La intensidad percibida socialmente, sospecho, es cualquier asomo de emociones que no puedan ser del todo justificadas desde la razón o leídas desde ciertos criterios del famoso "sentido común". Ese actuar un poco más allá de lo que pareciera que le corresponde, cuestionar un status quo asimilado por muchxs. Asumir por ejemplo, que en relaciones donde no hay un "título" es permisivo, por lo tanto, tratar a la pareja (sí, PAREJA) como algo que está ahí sin asumir una responsabilidad afectiva. Es importante para mí nombrar lo que se desea o no. He escuchado a amigxs decir que ni siquiera le dedicarán un final claro a su pareja en turno porque "no son nada", como si ni siquiera se pudiese ser dignx de merecer respuestas. Me rehúso a tratar a las personas sin una ética feminista, cuyos principales fundamentos creo que deben ser el relacionarse con calidad humana, no utilitaria (entiéndase aquí la cosificación corporal para fines sexuales u obtener beneficios de otro tipo a través de otra persona). Y aunque ese fuera el caso, enunciarlo para sostener una congruencia entre la honestidad y la ética feminista.
Ya no doy para más. Pero creo que eso de la ética feminista merece una entrada aparte. Igual la cuestión de la intensidad, una segunda parte.
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