Hace días me reuní con D. y eso me hizo sentir muy feliz. Platicamos como si el tiempo y las distancias no hubieran ocurrido, aunque también reconocimos que ocurrieron.
Pusimos ideas y emociones en la mesa. Nos compartimos y pusimos al día. Había sido su cumpleaños un día antes y, como siempre, hablábamos del pasado y los tiempos de loquera juntas en esta ciudad. Yo creo que aún faltan historias que construir con ella y que, por supuesto, no serán para nada parecidas a los lugares que visitamos juntas en el pasado. Es mi amiga punk rock, la compañera en distintas facetas de la vida. Es lindo conocer a una persona con la que me siento identificada pero aún así reconociendo nuestras diferencias. Es válido, está bien.
Recordamos nuestros crushes, nuestros atasques con drogas y alcohol, la música, las nuevas personas en nuestras vidas y nuestros sentires con las que nos rodean desde hace años. Las emociones cambian porque estamos vivxs, es imposible pensar en ser siempre lxs mismxs, ¿qué sentido tendría movernos de lugares y experimentar otras cosas si nos aferramos a un Yo que ya no está vigente?
Sin embargo, a pesar de reconocer esos cambios, me dio gusto que sigamos coincidiendo de una u otra manera. Fue una noche feliz.
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