Cerré el 2021 con una especie de promesa que es, a su vez,
una reafirmación de compromiso con las juventudes. Conocí a una adolescente de
14 años que me recordó a mí porque le gusta leer. Platicamos un buen rato y
compartimos las experiencias que derivan de ese placer, principalmente las que
empiezan cuando cierras el libro. Es una actividad que suele ser solitaria,
sobre todo durante la pandemia, y a eso le agregamos lo poco popular que es.
Quise platicar mucho con ella porque tengo la experiencia de haber crecido con
comentarios que me marcaban como rara en todos mis espacios. Supongo que por
eso mismo, desde la adolescencia, empecé a celebrar esa "rareza" con
la que siempre me calificaban. Después eso se convirtió en elogios de
inteligencia y aunque no me siento cómoda en ese adjetivo, sobre todo en los
últimos años, sigo asombrada por cómo esa rareza le ha dado tanto sentido a mi
vida. Me gusta más pensar en ser estratégica: ser creativa para proponer, pasar
de la palabra a los actos y aterrizar la teoría en la práctica.
Pero bueno, continuando con esta morra, me contó que le
interesa saber cómo eran las mujeres antes para poder comparar cómo ha cambiado
el machismo entre los tiempos actuales y aquellos. Les prometo que ella solita
sacó el tema. Y bueno, basta conocerme poco como para saber que me volví loca
de la emoción. Me terminó preguntando qué significa ser mujer para mí y pensé:
"Rayos, si supieras que es la pregunta que aún no logro resolver a pesar
de que tengo años dándole vueltas y leyendo a mujeres que le han dado vueltas
desde hace décadas. Me haces la pregunta del siglo". En fin, con pocos
ánimos le dije en breve que, para mí, ser mujer es una ficción. Y luego pensé
que al mismo tiempo no lo es. Ya lo sé, pero, ¿cómo comenzar a explicarle las
violencias hacia las mujeres que han sido fuertemente instaladas por las
colonizaciones y el capitalismo en alianza con el patriarcado?, ¿cómo le digo
que la misoginia se basa en la jerarquía derivada de "la verdad del
sexo" que nos pone en sitios de diferencia y subordinación desde los
esencialismos? Esas son pocas de las preguntas que recuerdo que me surgieron.
Por si fuera poco, me contó que sospecha que es lesbiana
pero tiene mucho miedo de decírselo a su familia porque cuando ha preguntado
sobre el tema solo le contestan que "Dios creó al hombre y a la
mujer", y sabe que su papá es homofóbico, y su mamá le condicionó su
cariño a la heteronorma (en mis palabras). Le conté que "los adultos"
no lo saben todo aunque lo crean, y que incluso repiten explicaciones que
escuchan en todos lados porque a veces eso es más cómodo que pensar en otras
formas de comprender las situaciones. Sin embargo, no dejo de pensar que la
explicación es "simple" y el amor debe estar en cada palabra.
Entonces... nada, le dije que jamás sienta que está enferma o que hay algo malo
en ella (me anticipé a lo que percibo que suele decirse sobre el tema), que las
lesbianas existen pero que se habla poco de ellas porque en nuestras sociedades
patriarcales no hay nada peor que no rendir culto a los hombres en nombre del
amor. O peor aún, que explican el lesbianismo como un querer ser un hombre o
que se es lesbiana porque no ha encontrado al "indicado". En fin, al
parecer siempre se tiene que tratar de ellos.
Me quedé pensando en toda la información que me faltó decirle, o cómo pude haberlo dicho mejor. Y como no puedo regresar el tiempo lo único que se me ocurrió fue venir aquí a compartirlo. Estas charlas son verdaderamente intercambios. Tenemos tanto que aprender de las juventudes y les debemos tanto... Me tiró una bomba como un cubo de rubik, lleno de colores y posibilidades.
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