No quedé en el doc y me siento genuinamente libre y contenta. Desde el día de la entrevista me trabajé mi duelo por lo que creí que quería, la desilusión de que ese programa no estuviera alineado por mis intereses y la necesidad de buscar otras formas de desarrollarme en mi momento inmediato. Doy muchas gracias a la universa por darme el rechazo que yo no quise dar cuando ocurrió esa entrevista y me dijeron que la implementación que yo tanto anhelo es imposible para su programa. Adaptarme a él hubiera sido como mutilarme y aunque me echaba ánimos para ponerme creativa y ver de qué forma podía hacerlo a andar, no lo sentía tanto como una motivación, sino como algo que no me llenaba. Sin duda es un programa respetable, pero no articulaba todos mis intereses fundamentales, entre ellos, especialistas en estudios literarios y la posibilidad de aplicar esa investigación. Habrán más convocatorias, más intentos y posiblemente más rechazos. Pero por ahora nos damos a la tarea de entrarle a otros sitios que me llaman la atención y donde creo que los efectos están más alineados a mis objetivos de hacer trabajo comunitario para poblaciones vulneradas. Honestamente dudaba sobre mi salud mental al comprometerme 4 años con una investigación que sentía muy cerca de mi otra investigación. Quiero permitirme aprender y poner oídos y ojos atentos a mi entorno para ver qué más propuestas salen. Nomás escribiendo para la colectiva me surgieron dos temazos, no sé si para doc, pero sí para artículos. La investigación prevalece en mí, pero ya no se trata de sentarme yo frente a mis libros y computadora y entablar diálogos con especialistas; me atrae más generar otros espacios que puedan beneficiarse de estos conocimientos. La revolución será feminista o no será, y quiero llegar hasta allá, donde existan mujeres de todos las edades, tamaños y colores con ánimos de cambiar estas realidades.
En realidad abrí esta entrada para escribir sobre el rechazo y cómo eso me ha traído muchos beneficios. Una vez mi amiga M. me habló sobre esa parte de la que casi no se habla pero que también nos puede impactar de manera positiva. Y sí, lo creo. Yo sigo estando muy agradecida por todos los weyes que me han rechazado, tanto que ya aprendí a ver eso como favores que me hacen. En este sentido me había costado un poco más, varios días de ondeadez y tal, porque los estudios siempre han sido importantes para mí, así que el "no" en esta dimensión significaba más cosas. Por ejemplo, me sentí muy estúpida cuando terminé la entrevista y para mí ese es uno de los peores sentimientos. Me reprochaba por todo lo que pude haber dicho mejor, etc. Pero también me di cuenta de mis debilidades y esa capacidad de autocrítica es algo que necesito de manera permanente. A veces, pensaba ayer mientras corría, confundo a la niña interior que es como mi intuición y me jalonea una manga para que nos vayamos de los sitios donde no pertenecemos o saldremos lastimadas, y mi propio miedo que me impide hacer cosas que quiero. Es complicado discernirlas pero al menos ya distingo esas dos raíces que me vuelven consciente cuando tomo decisiones. So, me trabajé ese rechazo hace semanas y me convencí de que la negativa era la que quería, porque de haber resultado aprobada iba a tener que hacer algunas cosas que muy probablemente me orientarían a desertar. Lo intenté en este programa porque tenía todo para hacerlo en ese momento y porque los otros acababan de cerrar convocatoria. Sin embargo, desde el inicio sentía que era un poco forzado, solo que no sabía si era mi niña o mi miedo por moverme de lugar, en muchos aspectos.
Quizá después siga escribiendo sobre esta idea. Por ahora, estoy animada. Hoy comenzamos el taller Nalle y yo en un centro de mujeres con adicciones. Estoy muy motivada :).