sábado, 11 de julio de 2020

Esto no es ningún realismo mágico ni real maravilloso; es y fue realmente espantoso.



Tengo una serenata de un grillo en mi terraza. Me estresa, me irrita. Los grillos me son tan insoportables como los días calurosos y soleados (recuerdo de aquélla tierra, supongo). Flashback explicativo: un verano de 2005, quizá, hubo la peor plaga de grillos que he vivido. Recuerdo incluso que a partir de ese verano modificamos el nombre de la ciudad en la cura local: Hermogrillo. Recuerdo estar rodeada de esos insectos en la casa xaterna. Recuerdo despertar de una siesta en el cuarto de mis xadres (el único que contaba con refrigeración en aquél tiempo) y descubrir partes de la morfología de estos insectos a mi alrededor. Explicación: se habían metido en la refrigeración y esta los había pulverizado y escupido por partes. Recuerdo salir temprano a la escuela y ver la cochera tapizada de grillos. Escenario prolongado durante días y noches. Memorias del asco, qué más da.

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