jueves, 20 de mayo de 2021

Ya he dicho antes que soy fan de Cynthia Híjar, aquí un texto suyo del que desconozco el nombre.


 Las niñas como yo, aprendimos que podíamos elegir con quién casarnos. Pero para eso era necesario enamorarse. Así corrimos a los brazos del muchacho que mintiera mejor. O del que no tuviera miedo de nuestra capacidad de elegir un marido y el color de las paredes y del techo.

Nosotras elegimos y decidimos. Pero para eso, siempre es necesario enamorarnos. Por eso, cuando cae la noche, nos convencemos de que los silencios y el abandono son muestras de cariño.

A las niñas como yo, nos enseñaron que amar era importante. Por eso un día nos descubrimos evangelizando a cien muchachos, enseñándoles cómo debían amarse. En silencio esperamos que como pago, nos amaran de vuelta, pero eso no sucedió.

Asistimos a infiernos y descubrimos que también ahí hace frío. Y nos convencimos de que las casas sin calefacción son casas de todas maneras. Repetimos orgullosas que el amor era importante, y que amar era nuestra tarea.

Las niñas como yo, decidimos y elegimos cosas importantes: una bicicleta, un color de cabello o una carrera, pero nada fue tan importante porque para que todo valiera, debíamos enamorarnos y convencer a cientos de muchachos de que el color de las paredes, la bicicleta, la carrera, y el techo eran buenas elecciones.

Algunas de nosotras hubiéramos preferido el licor y la noche rancia.

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