Me paro, serena, en un metafórico desierto con vientos huracanados, presintiendo la agitación que se aproxima. Eso es la ansiedad para mí ante todos las responsabilidades que asumo. Ya estoy en el final de la maestría. Antes los deadlines me servían para inspirarme y pensar que "pasando eso" podría hacer cosas para mí. No fue así. Siempre habían demandas más urgentes que me desplazaban al final de mi lista de prioridades. Cambié de estrategia: Yo TAMBIÉN soy importante. Entonces, me he comprometido con un proyecto corporal con todo y los parámetros modernistas del cuerpo sano -porque habrá operación y también porque es una meta personal para la autorregulación orgánica, ¿a poco esa no es una estrategia de resistencia frente a la industria farmacológica aliada del capital y susentada en el poder-saber médico?- como medida preventiva de fortalecer mi sistema inmunológico en tiempos de pandemia y frente a la baja calidad de la industria de alimentos de nuestro tiempo.
La verdad tomar estas decisiones demanda una entraña fuerte, y no solo por la adaptación a un plan alimenticio que reestructura tu relación con la comida, sino por la forma en la que tu cuerpa es percibida. A mí me gusta reflexionar en la idea del cuerpo dócil de manera cualitativa, porque es lo más cool que existe ahora ya que se alía con el tema del body positive (cosa que ya me tiene harta porque regularmente se orienta a sublimar lo bello de la corporalidad cuando el mandato de género de la belleza tiene un peso patriarcal aborrecible, debemos reconfigurar ese discurso a la aceptación y valía de nuestras cuerpas solo por el hecho de existir y no por validarlas por la belleza que encarna, qué hueva); es decir, de repente es una reproducción de un pensamiento hegemónico con la máscara de resistencia. Sin embargo, no sólo es eso. Pensaba que justo el tema de la gordofobia que quienes defienden la "salud" no logran comprender es que estigmatizan estas corporalidades que no se ajustan a los parámetros de salud leídos a primera vista; si la salud fuera un tema realmente preocupante, deberían de socializar cómo podríamos identificar síntomas de algo que debe ser atendido independientemente de su dimensión corporal. Es decir, a las personas delgadas no se les estigmatiza de la misma manera. ¿Alguien sabe cómo se ve un cuerpo bulímico o anoréxico exactamente?, ¿quién patologiza?
Pero bueno, sumarnos a ese discurso hegemónico superficial no nos permite muchas veces ver las dimensiones políticas (capitalismo e ideas del progreso reflejadas en la industria alimenticia y los fármacos que te garantizan la salud, ajá) que también implica cuestionar al sistema desde el territorio corporal. Y bueno, ese es el motivo para mí para retomar mis prácticas orientadas a generarme una vida más habitable en un territorio más fuerte y autónomo, aunque sé que la utopía del cuerpo saludable siempre será eso. Seguro en lo que me resta de vida aparecerán enfermedades que me condicionen, pero esos son los efectos de nuestro paso por la vida, solo no me interesa acelerar ese proceso si puedo evitarlo buscando estrategias más orgánicas y más amables para mí y el entorno.
Finalmente, después de todas mis reflexiones y sentidos profundos que le doy a estas prácticas, he recibido comentarios como "qué delgada estás, ¿es por el estrés?", "desnutrida" o "te ves más bonita delgada", esto me regresa a detenerme y pensar la necesidad que tenemos de recordar que 1) Los comentarios sobre el cuerpo de una persona, si no son solicitados, resérvatelos. En todos los ejemplos enunciados hay toda una estructura ideológica detrás que me llevaría más tiempo desglosar.
Es todo. Son las 10:33 a.m. en este rincón norteño y ya ando en los malviajes, pero tranquila también, después de sacar la amsiedá al ir a correr.
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