sábado, 29 de mayo de 2021

Felina Fanzine

Esta es la portada del primer número de la fanzine de D. En ella encontrarás textos en los que reflexionamos acerca de la escritura de mujeres o escritura feminista. Yo colaboré con el que lleva por título "Polifonías a la orden de la inventiva literaria". Puedes descargarla aquí.



Querido diario

 Estoy menstruando. Es una novedad porque han sido meses difíciles de menstruación. ¿Cómo podría saber si esto me ha afectado al grado de ponerme emotiva o es que la realidad en sí me da para eso? En breve: se cierra el ciclo.

S. estuvo aquí unos días y hoy se fue. Su compañía vino a desempañarme un poco el vidrio de los ojos que me urgía limpiar. Eufemismos para animarme a llorar otro poquito más. S. me escuchó como el buen amigo que siempre ha sido; me acompañó en la cumbre del estrés y celebró mis logros conmigo. Su presencia ha sido un regalo de la universa porque en verdad lo envió cuando más necesitaba a un amigo cerca, uno de esos que me han visto crecer en los últimos años y que de alguna forma nunca ha desaparecido. Lo quiero un montón. Platicamos mucho cuando se pudo y me siento feliz de poder compartir este fragmento de mi vida con él. Hace que todo sea más fácil en la urdimbre de mi cabeza. Nomás de pensarlo ya empiezo a llorar otra vez. 

Hablamos y le conté todo de golpe, todas las emociones y me escuchó con interés; contuvo mi hate, mi amsiedad, mis frustraciones y sonrió con mis alegrías. Le conté cómo siento que esto es algo injusto: el evento caótico cada fin de semestre desde hace un año... Le dije que ahora que he terminado la maestría y se suaviza la loquera necesito reunir mi buena energía para la cirugía. Él me recordó que la universa se equilibra cuando dejamos unas cosas por otras: para que algo nuevo venga, algo debe morir. Pensé, claro, un ovario es el peso de mi título de maestría; un ovario es el precio del ahorro de mi beca. Me quedo en 0, de nuevo, como quizás un recordatorio para esforzarme aún más por lo que quiero. Pensarlo de esa manera me hizo sentir que me movía del estancamiento o de la sensación de atrofio...

Así que bueno, después de días largos de desvelo, cansancio y estrés, hoy por fin podré dormir sin despertador.

jueves, 20 de mayo de 2021

Ya he dicho antes que soy fan de Cynthia Híjar, aquí un texto suyo del que desconozco el nombre.


 Las niñas como yo, aprendimos que podíamos elegir con quién casarnos. Pero para eso era necesario enamorarse. Así corrimos a los brazos del muchacho que mintiera mejor. O del que no tuviera miedo de nuestra capacidad de elegir un marido y el color de las paredes y del techo.

Nosotras elegimos y decidimos. Pero para eso, siempre es necesario enamorarnos. Por eso, cuando cae la noche, nos convencemos de que los silencios y el abandono son muestras de cariño.

A las niñas como yo, nos enseñaron que amar era importante. Por eso un día nos descubrimos evangelizando a cien muchachos, enseñándoles cómo debían amarse. En silencio esperamos que como pago, nos amaran de vuelta, pero eso no sucedió.

Asistimos a infiernos y descubrimos que también ahí hace frío. Y nos convencimos de que las casas sin calefacción son casas de todas maneras. Repetimos orgullosas que el amor era importante, y que amar era nuestra tarea.

Las niñas como yo, decidimos y elegimos cosas importantes: una bicicleta, un color de cabello o una carrera, pero nada fue tan importante porque para que todo valiera, debíamos enamorarnos y convencer a cientos de muchachos de que el color de las paredes, la bicicleta, la carrera, y el techo eran buenas elecciones.

Algunas de nosotras hubiéramos preferido el licor y la noche rancia.

miércoles, 19 de mayo de 2021

"Las tonalidades de la ira", Rafeef Ziadah


Permítanme hablar en mi lengua árabe

antes de que también ocupen mi lenguaje.

Permítanme hablar en mi lengua materna

antes de que también colonicen su memoria.

Soy una mujer árabe de color

y nosotras venimos en todas los tonalidades de la ira.

Todo lo que mi abuelo siempre quiso hacer

fue levantarse al amanecer y observar a mi

abuela postrarse y rezar

en una aldea escondida entre Jaffa y Haifa.

Mi madre nació bajo un árbol de olivo

en un suelo que, dicen, ya no es mío;

pero yo cruzaré sus barreras, sus checkpoints,

sus locos muros de apartheid y volveré a mi hogar.

Soy una mujer árabe de color

y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.

¿Escucharon gritar a mi hermana ayer,

mientras paría en un checkpoint

con soldados israelíes buscando entre sus piernas

la próxima amenaza demográfica?

llamó a su hija nacida, Jenin.

¿Y escucharon gritar a alguien

«¡estamos retornando a Palestina!»

detrás de las rejas de la prisión,

mientras le tiraban gas lacrimógeno en la celda?

Soy una mujer árabe de color

y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.

Pero me dices que esta mujer que hay dentro de mí

sólo te traerá tu próximo terrorista:

barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negrata.

¿tú me dices que yo mando mis hijos a morir?

pero esos son tus helicópteros,

tus F-16 en nuestro cielo.

Y hablemos un segundo de este asunto del terrorismo…

¿No fue la CIA la que mató a Allende y a Lumumba?

¿Y quién entrenó a Osama primero?

Mis abuelos no corrían en círculos, como payasos,

con capas y capuchas blancas en la cabeza

linchando negros.

Soy una mujer árabe de color

y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.

«¿Quién es esa mujer morena gritando en la

manifestación?»

Perdón. ¿Debería no gritar?

¿olvidé de ser todos tus sueños orientalistas?

el genio de la botella,

bailarina de la danza del vientre,

chica de un harén,

voz suave,

mujer árabe,

Sí, amo.

No, amo.

Gracias por los sándwich de manteca de maní

que nos tiras desde tus F-16, amo.

Sí, mis libertadores están aquí para matar a mis hijos

y llamarlos «daño colateral».

Soy una mujer árabe de color

y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.

Así que déjame decirte que esta mujer que hay dentro de mí

sólo te traerá tu próxima rebelde.

Ella tendrá una piedra en una mano y una bandera palestina en la otra.

Soy una mujer árabe de color…

ten cuidado, ten cuidado,

De mi ira.

domingo, 16 de mayo de 2021

Querido diario

 Me paro, serena, en un metafórico desierto con vientos huracanados, presintiendo la agitación que se aproxima. Eso es la ansiedad para mí ante todos las responsabilidades que asumo. Ya estoy en el final de la maestría. Antes los deadlines me servían para inspirarme y pensar que "pasando eso" podría hacer cosas para mí. No fue así. Siempre habían demandas más urgentes que me desplazaban al final de mi lista de prioridades. Cambié de estrategia: Yo TAMBIÉN soy importante. Entonces, me he comprometido con un proyecto corporal con todo y los parámetros modernistas del cuerpo sano -porque habrá operación y también porque es una meta personal para la autorregulación orgánica, ¿a poco esa no es una estrategia de resistencia frente a la industria farmacológica aliada del capital y susentada en el poder-saber médico?- como medida preventiva de fortalecer mi sistema inmunológico en tiempos de pandemia y frente a la baja calidad de la industria de alimentos de nuestro tiempo. 

La verdad tomar estas decisiones demanda una entraña fuerte, y no solo por la adaptación a un plan alimenticio que reestructura tu relación con la comida, sino por la forma en la que tu cuerpa es percibida. A mí me gusta reflexionar en la idea del cuerpo dócil de manera cualitativa, porque es lo más cool que existe ahora ya que se alía con el tema del body positive (cosa que ya me tiene harta porque regularmente se orienta a sublimar lo bello de la corporalidad cuando el mandato de género de la belleza tiene un peso patriarcal aborrecible, debemos reconfigurar ese discurso a la aceptación y valía de nuestras cuerpas solo por el hecho de existir y no por validarlas por la belleza que encarna, qué hueva); es decir, de repente es una reproducción de un pensamiento hegemónico con la máscara de resistencia. Sin embargo, no sólo es eso. Pensaba que justo el tema de la gordofobia que quienes defienden la "salud" no logran comprender es que estigmatizan estas corporalidades que no se ajustan a los parámetros de salud leídos a primera vista; si la salud fuera un tema realmente preocupante, deberían de socializar cómo podríamos identificar síntomas de algo que debe ser atendido independientemente de su dimensión corporal. Es decir, a las personas delgadas no se les estigmatiza de la misma manera. ¿Alguien sabe cómo se ve un cuerpo bulímico o anoréxico exactamente?, ¿quién patologiza? 

Pero bueno, sumarnos a ese discurso hegemónico superficial no nos permite muchas veces ver las dimensiones políticas (capitalismo e ideas del progreso reflejadas en la industria alimenticia y los fármacos que te garantizan la salud, ajá) que también implica cuestionar al sistema desde el territorio corporal. Y bueno, ese es el motivo para mí para retomar mis prácticas orientadas a generarme una vida más habitable en un territorio más fuerte y autónomo, aunque sé que la utopía del cuerpo saludable siempre será eso. Seguro en lo que me resta de vida aparecerán enfermedades que me condicionen, pero esos son los efectos de nuestro paso por la vida, solo no me interesa acelerar ese proceso si puedo evitarlo buscando estrategias más orgánicas y más amables para mí y el entorno. 

Finalmente, después de todas mis reflexiones y sentidos profundos que le doy a estas prácticas, he recibido comentarios como "qué delgada estás, ¿es por el estrés?", "desnutrida" o "te ves más bonita delgada", esto me regresa a detenerme y pensar la necesidad que tenemos de recordar que 1) Los comentarios sobre el cuerpo de una persona, si no son solicitados, resérvatelos. En todos los ejemplos enunciados hay toda una estructura ideológica detrás que me llevaría más tiempo desglosar. 

Es todo. Son las 10:33 a.m. en este rincón norteño y ya ando en los malviajes, pero tranquila también, después de sacar la amsiedá al ir a correr.

jueves, 6 de mayo de 2021

Querido diario

Ayer no pude dormir. Me costó más que otras noches. También lloré un poquito pero menos que otras noches. Ni siquiera pude levantarme para ir a correr. Pienso ahora mismo que dormir con ansiedad es despertarse intermitentemente durante la madrugada y no encontrar una comodidad para conciliar el sueño; es, también, reconocer que el cerebro sigue dándole vueltas en el inconsciente a los sucesos en los que de por sí impregnan mi consciencia. ¿Hasta qué punto aguantaré sin terapia?, ¿debo aguantar? Rayos, de repente me siento más sola que nunca. Después, para animarme, pienso que esto que ocurrirá en mi cuerpo y que no dejo de pensar como evento traumático será en el mejor escenario posible: con mi familia y K., la única que permanece conmigo incondicionalmente. No seré injusta, también me acompañan en la distancia y eso lo agradezco un montón. Si hubiera estado en otra ciudad esto sería más difícil, buscar unx especialista, decidir un servicio público o privado, conseguir incluso alguien que donara sangre...

Tengo miedo, ansiedad, hastío, cansancio, depresión, estrés y así. Ese es el cuadro emocional de esta primavera. Iniciaré el verano con una cicatriz más en el abdomen y siendo menos mujer biológicamente (guiño sarcástico).

¿Seguiré siendo la misma persona después de esto? Estoy muy ondeada pero ya trato de no socializarlo, ya me di cuenta de que tanta carga emocional también incomoda a otras personas. Y eso que ni lo saben tantxs.

Además es el fin de la maestría. Hay un ensayo que entregar en dos semanas, una participación en un coloquio la próxima semana, participar en la presentación de la fanzine de D., postularme para el doctorado quizá, ir mañana con el especialista y saber qué procede, seguir trabajando en el artículo, ir a visitar a mi abuela pronto... 

And suddenly

28 years

will be gone.

Or replaced

by 29.

Ya quiero tener un cumpleaños feliz de verdad. Ya no quiero estar enferma y sola en un cuarto. Ya estoy harta de sentirme vulnerable. Quiero volver a la calle y sentirme ilusoriamente segura. Esa es una gran traba para decidir vivir en una metrópolis, lejos de la red de apoyo incondicional. Quizás es el riesgo de seguir otros caminos y vivir. Un intercambio de consecuencias más allá de las dicotomías buenas y malas, las que a veces nos hacen crecer con dolor y las que efímeras colmadas de felicidad emigran al sitio de los recuerdos.