¿Qué hago con mi rechazo al miedo,
con mi negación a ser indiferente?
¿Qué hago si mi reacción dista de contenerme
y agachar la cabeza frente a autoridades,
llámense cerdos, llámense padres?
¿Qué hago si la flama en mí se agita
cuando veo la injusticia?
¿Qué hago si mi sentir no se apacigua,
sino que me revienta y me lleva a la acción instintiva?
¿Qué hago ante mi incapacidad
de mantener el equilibrio
a veces, o casi siempre, quizá,
de las vísceras a la racionalidad?
¿Qué hago con ese miedo que no tengo,
o que me rehúso a ponerle un nombre,
o un cuerpo, sobre todo si fuese de hombres?
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