Narcisa se quedó pensando que la mujeres son tremendas; esa noche Narcisa tuvo largas horas de profunda meditación, pensó en la condición transitoria de nuestro ser, de nuestra voz, pensó que si la materia no desaparece, sino que solamente se transforma, al transformarse pasa a ser otra cosa distinta de lo que fue y por lo tanto, tenemos que admitir que si la materia no desaparece, sí desaparece su forma original; la condición eterna de las cosas es precisamente, su transitoriedad; un edificio se hace polvo con el paso de los siglos y ese polvo persiste en su transitoriedad al convertirse en otra cosa y después en otra y en otra; tal vez el eco de la voz hecha letra persista, con algunas transformaciones sufridas a manos editoras ajenas a su esencia, pero tal vez muchas se salven, rueden intactas por los siglos, y eso seré, seré palabra que lleve a los demás a mundos desconocidos, me seguirán las muchedumbres, caerá sobre ellas el peso leve de mi luz; quiero anticiparme al paso del tiempo, desintegrar mi materia, llevarla al año 2000, asomarme a lo que será mi mundo en ese pedazo de tiempo en el que ya habré cumplido sesenta años;
Traté de encontrar un sentido perdiéndolos todos... Y parece que lo logré. El punk rock permanece.
miércoles, 26 de agosto de 2020
miércoles, 19 de agosto de 2020
Extracto de "Tecnologías de género" de Teresa de Lauretis
Esta es la causa por la que encuentro imposible compartir las creencias de algunas mujeres en un pasado matriarcal o en un contemporáneo reino “matrístico” presidido por la Diosa, un reino de tradición femenina, marginal y subterráneo y, más aún, positivo y bueno, amante de la paz, ecológico, matrilineal, matrifocal, no indoeuropeo, etc.; en suma, un mundo no tocado por la ideología, la lucha racial y de clase ni por la televisión; un mundo no problematizado por las demandas contradictorias y las gratificaciones opresivas del género tal como yo, y seguramente esas mujeres también, experimentamos cotidianamente. Por otra parte, y en gran medida por las mismas razones, encuentro igualmente imposible dar lugar al género ni como una idea esencialista y mítica del tipo que acabo de describir, ni como la idea liberal-burguesa estimulada por los anuncios de los medios: algún día, pronto quizás, las mujeres tendrán sus carreras, sus propios apellidos y su propiedad, hijos/ as, maridos y/o amantes femeninas de acuerdo a sus preferencias y todo sin alterar las relaciones sociales existentes y las estructuras heterosexuales a las que nuestra sociedad, y muchas otras, están atadas firmemente.
lunes, 17 de agosto de 2020
jueves, 13 de agosto de 2020
¿Por qué leer a mujeres?
Escribir es lo único que me ha sujetado con una relativa cordura. Es decir, ya sé que estoy loca, pero disimulo mi caos; algunas veces con más éxito que otras. Sin embargo, eso siempre se asoma, se me escurren los destellos de locura en la mirada, en los suspiros y, sobre todo, siempre, en las palabras cuando siento dentro una flamita incentivada.
Hoy me siento loca y escribo. Hago esto para desenredar la urdimbre de ideas, o pactar el sueño por las noches se hace aún más difícil. Me creo una red abstracta para recoger esas ideas, concretarlas a través de palabras porque, ¿qué más es la realidad sino la evocación de la misma? Ejercicio dialéctico de lo que se produce en la mente y nos atraviesa el cuerpo hasta darle alguna forma, algún sonido.
Estuve pensando en la clase de hoy sobre los criterios que intervienen para dar una clase de literatura. Mis posiciones feministas me han hecho tener un rencor y resistencia hacia el canon que ha sido androcéntrico. Entiendo que puedan darse las lecturas de maneras diferentes porque los tiempos han cambiado y, en breve, cada sujetx tiene su subjetividad; o sea, las interpretaciones van a ser distintas en tanto que nosotrxs diferimos en experiencias. Habrán coincidencias y diferencias, pero no creo que sintamos lo mismo al enfrentarnos con una obra; esa tarea sería bastante difícil de explorar.
Pero bueno, hablábamos de las tecnologías del género en un texto de Teresa de Lauretis. Hablábamos de la Mujer como ficción y bien, no sólo la Mujer, sino las categorías de lxs sujetxs generizadxs.Entonces F. mencionó el ejemplo de las clases de literatura y cómo él enseña textos clásicos a sus alumnxs de secundaria. Yo inmediatamente recordé al profe Pancho en alguna de las hermosas clases de didáctica de la lengua y la literatura, donde nos borró de golpe la cuestión de cómo enseñar literatura. Recordaba aquellas conversaciones pretenciosas de pasillos, pensar en que obligadamente todo el mundo debería de conocer el canon. Era una Sara más joven y más crédula; después de esa clase comprendí que las maravillas de la Literatura también tienen que ver con una adecuación del ojo, hay un disfrute distinto cuando hay una formación de lectura analítica-crítica. Por ejemplo, si yo hubiera leído Rayuela a los 15 seguro hubiera aventado la novela a la segunda página; o quién sabe, quizá la haya leído toda pero me hubiera perdido de un montón de elementos ingeniosos en la ejecución narrativa a los que pude apreciar bastante cuando la leí casi al término de mi carrera. Ojo aquí: no digo que deben estudiar literatura para disfrutar las obras, a final de cuentas cada experiencia lectora y, por ende, también estética a través de este ejercicio, es meramente personal.
Vuelvo: repliqué a propósito del comentario del compañero pues que mis ideas de selección de textos sería integrar mujeres en un programa de lectura no pensando que con eso ya salvamos al mundo del patriarcado y que ahora sólo se lean a mujeres. La visión androcéntrica está en todos lados, pocas escritoras son conocidas y leídas, por eso pienso que para la circunstancia actual me importaría un pepino que se me tachara como maniquea, como si la propuesta de un ginocentrismo literario fuera a repercutir en un sesgo de realidad. Imposible. Pero creo que es un pequeño acto que les debemos a la genealogía femenina: reconocer las condiciones de desigualdad social, económica y material en las que las mujeres han escrito a través de los siglos; un desafío tremendo. No imagino las dificultades incluso para poder ser publicadas y cuántos "anónimos" en la historia realmente llevan detrás un nombre de mujer.
Recuerdo de Cecilia: Hace como un mes fui a verla a su dpto en el centro de Qro. Hizo un comentario contundente que admiro bastante: "Yo no leo a las mujeres porque tengan vulva, leo a las mujeres porque ESCRIBEN BIEN"; uno más: "que el patriarcado existe, ESO NO TE LO NIEGO. Pero, ¿qué vas a hacer para mejorar tu condición en este sistema?". Y eso me encantó, me pareció un comentario desafiante. Ya me estoy cansando de los discursos dentro de los feminismos que replican la supuesta inferioridad femenina. Sí estamos jodidas en esto que parece un laberinto patriarcal pero, ¿nos damos contra la pared o abrimos una brecha entre las bardas?
martes, 11 de agosto de 2020
¿Qué hago con esta rebeldía?
¿Qué hago con mi rechazo al miedo,
con mi negación a ser indiferente?
¿Qué hago si mi reacción dista de contenerme
y agachar la cabeza frente a autoridades,
llámense cerdos, llámense padres?
¿Qué hago si la flama en mí se agita
cuando veo la injusticia?
¿Qué hago si mi sentir no se apacigua,
sino que me revienta y me lleva a la acción instintiva?
¿Qué hago ante mi incapacidad
de mantener el equilibrio
a veces, o casi siempre, quizá,
de las vísceras a la racionalidad?
¿Qué hago con ese miedo que no tengo,
o que me rehúso a ponerle un nombre,
o un cuerpo, sobre todo si fuese de hombres?