Hoy estuve con mis amigues de siempre: R., D., K. y C. por añadidura.
Como es común en nuestras reuniones, nos reímos y echamos carrillas sobre distintas cosas de nuestras vidas. Hablábamos de los pendejos en mi vida y les dije que ya había aprendido mi lección, que mi error fue creer que los vatos tienen sentimientos y que pueden ser buenas personas. Se rieron de mí y R. comenzó la carrilla de que no saliera con vatos sin metas; más tarde D. encontró un meme que decía "si tu novio no tiene metas, no dejes que te la meta". Después R. comenzó a decir que el último pendejo en realidad no fue pendejo, porque aquí tuvo a su pendeja tratando de hacerle más ligera la vida. Luego C. agregó "¿no que muy feminista?". Pensé-sentí: ouch. Lo reconocí: me tragué el discurso del macho progre porque quise creer que había una ética detrás de todo... Pero ño. La realidad ahí estuvo todo el tiempo. No advertí que romanticé la situación. Lo escribo porque no quiero olvidar esta advertencia.
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