Hoy me ha dado vueltas en la cabeza que lo más cabrón para desaprender el machismo, el racismo y el clasismo está en que muchas personas replican esas estructuras sin saber que están siendo, precisamente, machistas, racistas y clasistas. No sé, se vuelve como el punto ciego en la cultura por la normalización del asunto. ¡¿Cómo esperamos que dejen de serlo o le bajen si ni siquiera saben qué es el machismo, el racismo y el clasismo?!
Algo así como la onda de la gordofobia. Estoy neta casi un
99% segura (lojuroporelriotgrrrl) de que si les preguntas a las personas que
compulsivamente replican los discursos gordofóbicos dirán que el asunto no va
por ahí, que nada qué ver y tal. Un ejemplo son quienes se esmeran en reconocer
como únicamente saludables a los cuerpos delgados, estigmatizando así las
corporalidades que no se ajustan a esos parámetros (ahórrense los discursos de
la salud, neta, ya me tienen harta y aunque algunos tienen sentido, para mí, no
justifican los efectos).
En el caso del machismo pues ni reconocen sus prácticas
machistas porque #quéretrógradowe desde las posiciones ultraprogresistas (sí,
ajá, consultar a Nacho Progre para más info). O el pinche clasismo que me deja
neta sin palabras. ¿Neta en sus modelos aspiracionales del éxito capitalista
creen que son de clase media? Si consultamos estadísticas la mayoría se
sorprendería... O para quienes racismo solo es igual a la discriminación a lxs
negrxs y como "no hay negrxs en México" pues aquí no hay tal cosa
-ajá- pero sí tenemos prietxs, ¿no? 🙂. Que la palabra en sí
ni debería suponer un insulto, como llamar oaxaqueñx o chiapanecx con interés
de insultar cuando solo atiende a un gentilicio. No obstante, acá en el estado
etnocentrista de Sonora, desde mi infancia escucho esas expresiones con
intención de ser ofensas hacia otrxs.
Fin de la transmisión.
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