jueves, 3 de junio de 2021

Querido diario,

Hoy me ha dado vueltas en la cabeza que lo más cabrón para desaprender el machismo, el racismo y el clasismo está en que muchas personas replican esas estructuras sin saber que están siendo, precisamente, machistas, racistas y clasistas. No sé, se vuelve como el punto ciego en la cultura por la normalización del asunto. ¡¿Cómo esperamos que dejen de serlo o le bajen si ni siquiera saben qué es el machismo, el racismo y el clasismo?!

Algo así como la onda de la gordofobia. Estoy neta casi un 99% segura (lojuroporelriotgrrrl) de que si les preguntas a las personas que compulsivamente replican los discursos gordofóbicos dirán que el asunto no va por ahí, que nada qué ver y tal. Un ejemplo son quienes se esmeran en reconocer como únicamente saludables a los cuerpos delgados, estigmatizando así las corporalidades que no se ajustan a esos parámetros (ahórrense los discursos de la salud, neta, ya me tienen harta y aunque algunos tienen sentido, para mí, no justifican los efectos).

En el caso del machismo pues ni reconocen sus prácticas machistas porque #quéretrógradowe desde las posiciones ultraprogresistas (sí, ajá, consultar a Nacho Progre para más info). O el pinche clasismo que me deja neta sin palabras. ¿Neta en sus modelos aspiracionales del éxito capitalista creen que son de clase media? Si consultamos estadísticas la mayoría se sorprendería... O para quienes racismo solo es igual a la discriminación a lxs negrxs y como "no hay negrxs en México" pues aquí no hay tal cosa -ajá- pero sí tenemos prietxs, ¿no? 🙂. Que la palabra en sí ni debería suponer un insulto, como llamar oaxaqueñx o chiapanecx con interés de insultar cuando solo atiende a un gentilicio. No obstante, acá en el estado etnocentrista de Sonora, desde mi infancia escucho esas expresiones con intención de ser ofensas hacia otrxs.

Fin de la transmisión.

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