Solo dos veces en mi vida me ha tumbado el dolor. En ambas creo que era la desesperación por anestesiar mi cuerpo, querer salir de mi sitio y sin poder hacerlo. Solo en la primera pude ver la luz para las rejillas de la puerta y pedí ayuda mientras la tristeza me ataba como un bloque duro y pesado sobre mi espalda. La segunda no estaba en esta dimensión. Fui y vine del infierno en un par de horas solo por estar aburrida. Dudé un tiempo de la realidad pero asumimos el pacto de ficción y aquí seguimos, dando cabida la multiplicidad del Yo que nos habita. Aquellas Yo que aún no conozco y que esperan salir.
Traté de encontrar un sentido perdiéndolos todos... Y parece que lo logré. El punk rock permanece.
domingo, 18 de septiembre de 2022
sábado, 17 de septiembre de 2022
Mi mamá y yo hacemos cosas raras
Mi mamá y yo hacemos cosas raras, me digo mientras voy en el asiento del copiloto viendo como la ciudad y su concreto se transforman en tierra desértica de pocos arbustos con modestas hojas, típico paisaje de cuando decidimos ir a dar la vuelta solo para ver algo más que las paredes que nos encierran. Eso fue sobre todo en el auge de la pandemia, cuando había restricciones que ahogaban el deseo de respirar otro aire.
Mi mamá y yo hacemos cosas raras, como cuando me sigue el rollo con historias que incluyen la prosopopeya del Jake o nos "pega el tonto" en algún momento del día y nos reímos hasta de un ronquido provocado para reírnos más.
Mi mamá y yo hacemos cosas raras cuando nos reímos sin maldad de otras personas; cuando tratamos de convertir los momentos agrios a algunos más amenos.
Mi mamá y yo hacemos cosas raras cuando me habla de la libertad, de la empatía, de la consciencia y la consideración por lxs demás, pero antes que nada, por mí misma.
Mi mamá y yo hacemos cosas raras cuando rompemos con los moldes y sabemos que actuar desde el cuidado es lo principal en nuestra relación.