miércoles, 22 de septiembre de 2021

Querido diario:

Las estructuras profundas del patriarcado en mí se manifiestan cuando siento la necesidad de explicar que estoy haciendo algo. No solo para lxs demás, sino para mí misma. Ya en dos semanas presentaré mi examen de grado, estudio para ello a la par que preparo un nuevo protocolo de investigación. Acabo de terminar un artículo para una revista de la uni y envié otro para otra uni; me preparo psicológicamente para argumentar una solicitud de cambio en uno de mis textos para otra uni; practico francés por lo menos una hora diaria desde hace 22 días, es decir, desde que me operaron. Me siento más sola y más "productiva" (palabra que odio por estar en el campo semántico del capitalismo) que nunca. Al mismo tiempo estoy feliz de poder avanzar con mis propias herramientas intuitivas en el mundo y me siento afortunada de tener a mis mapás. Ayer, por ejemplo, fui con K. a ponernos la segunda dosis de la vacuna y, cinco minutos después de que me la pusieran, se me bajó la presión y tuvieron que llevarme en silla de ruedas con lxs paramédicxs. Resulta que desayunar avena con fruta es demasiado ligero para una mañana de vacunación. Me revisaron la glucosa, me pusieron el oxímetro, tomaron mi presión y me dieron un suero. Me hizo pensar de nuevo, en la importancia de las labores de los cuidados, sentirse vulnerable y dejarse llevar es cosa de otro mundo. Jamás me había pasado estar al borde de perder la conciencia con desconocidxs (K. estaba sentada relativamente lejos de mí pero pudo aproximarse). En fin, días desastrosos, a veces no le encuentro ni patas ni cabeza a esta vida que trato de construir. Incluso siento como si tratara de armarla con pastiches inútiles, como si fueran trozos de cinta en una tubería a punto de colapsar. ¿Así me siento? Quizás sí pero trato de convertir todo eso en algo que me dé un sentido de vida. 

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