Hace unos días volví de mi viaje a la Cdmx. Tuve un flujo de emociones interesantes pero en el subsuelo de todo estaba la amsieda. Retomar la libertad fue algo lindo y en ocasiones complicado. Anduve errando por sitios antes desconocidos, como la Condesa, la Roma y Polanco. Viajé en metro con los sentidos alertas y caminé por Buena Vista sin saber bien de qué zona se trataba para toparme con la majestuosa y cerrada biblioteca José Vasconcelos. Fui y vine con Av. y An. un par de veces. Tomé mucha ginebra, comí alimentos deliciosos, caminé, me metí a cafés, comí postres y hamburguesas, dejé de pensar en calorías por una semana -y qué rápido se acostumbra una- y vi paisajes urbanos preciosos. Me relajé un poco y confirmé lo difícil que sería para mí vivir en una ciudad como esa, de tanto ajetreo y ruido. Ahora me estoy tratando de depurar un poco, pero ya vienen los 29... Esta vez sí quiero festejar porque desde hace años no estoy en una ciudad con amigxs y familia. Quiero reír mucho y sentir amor, recargar energía para los meses de amsiedad, estrés e incertidumbre que se aproximan.
Es increíble que ya todo haya pasado...
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