lunes, 5 de abril de 2021

Kerido diareo,


En las últimas semanas he mencionado que tengo un pacto patriarcal con unas morras. Lo he llamado así aunque en realidad es una parodia del mismo. Es decir, desde la prepa nos reímos de la figura del machito repulsivo que vemos en nuestros contextos.  Incluso caigo en cuenta de que nos hemos apropiado de lo que Butler llama la performatividad queer, que es "la fuerza política de la citación descontextualizada de un insulto homofóbico y de la inversión de las posiciones de enunciación hegemónicas que esto provoca". De manera ñoña percibo que ahí es donde precisamente radica lo cómico de todo esto, de sentirnos capaces de reírnos de las palabras que se han integrado en los vocabularios para ofender a otras personas por salir de los parámetros de la normalidad (whateverthatmeans).

No es de extrañar que muchos de esos insultos los hayamos recibido en algún momento pero no sé, siento que hay un mecanismo de despolitización inverso del insulto cuando hacemos esto de la performatividad queer. Qué va, es reírnos de nosotras mismas y en ese proceso nos resignificamos algunas heridas emocionales. Hasta siento que de repente lo llevamos demasiado lejos que para cualquiera que no esté familiarizadx con ese lenguaje podría resultar incómodo, ¿imaginan la anormalidad riéndose de su misma condición?, ¿será demasiado cursi decir que resulta terapéutico? 

Me encantan estos espacios en los que aún podemos jugar con todo, como un micro lugar carnavalesco de códigos suspendidos que tampoco comprometen nuestro habitar regular por el mundo. Me da miedo a veces perder mi capacidad lúdica. La neta sin eso mi existencia no tendría sentido, si dejamos de reír (o cualquier otra actividad inventiva), ¿qué nos queda?

Es todo, amikes. Reflexiones random de una morra random.

Pd. A veces me pregunto si será una forma de hacer drag king.

bai

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