El punk feminista es más necesario que nunca. La cosa va bien, hay mucha presencia de mujeres que se suman al movimiento. Hay hombres que cada vez más van desglosando los privilegios que se les han otorgado por haber nacido con un pene. Pero también se empiezan a erigir las ideas conservadoras, es la otra parte que me he rehusado a ver pero que está sucediendo. No quiero darle importancia en mi mundo, en mis círculos sociales donde hay prácticas de resistencia ante sistemas dominantes.
Los feminicidios son el pan de cada día, la nota del diario que acompaña el desayuno o las primeras miradas a las redes sociales cuando revisas el celular al despertar. Hay rabia, hay desconcierto, hay sed de justicia, una sed de años, lustros, décadas, siglos. Los hombres nos están castigando por atrevernos a trasgredir el espacio público, como mujeres libres y sin miedo. Quieren atemorizarnos al quitarnos a nuestras hermanas; quieren que la culpa recaiga en nosotras por salir de casa. Quieren que volvamos al ámbito privado, que tengamos miedo de volver a transitar "solas", de noche, embriagadas o no; quieren sostener que ante la provocación ellos no tienen poder sobre sí mismos, que la brutalidad es inherente a ellos como si fuera algo meramente instintivo. Todo se acompaña: la racionalidad y el instinto. Aquí sí que hay formas de controlarnos pero, como siempre y al apego de la cultura dominante, a la mujer libre se le castiga por la transgresión. A la mujer que no acepta el rol que la cultura le ha asignado se le debe castigar: por como se vista, por con quien ande, por los espacios que habita, por las negaciones que hace....
Agh! Fuerza, compañeras, el riesgo es estar vivas y pretender que vivimos una vida con oportunidades; es el desafío al sistema en todas sus esferas por el simple hecho de ir a trabajar, ir a la escuela o irnos de fiesta. El riesgo está a la vuelta de cada esquina. La resistencia será llevadera en la práctica de la sororidad.
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