jueves, 20 de junio de 2024

De la violencia sexual

 Justo ahora estoy haciendo unas capacitaciones sobre protocolos en instituciones de salud pública frente a usuarias que son víctimas de algún tipo de violencia. Sobre todo la violencia sexual.


Entonces leo y me surgen distintas emociones, pero también recuerdos.


Por ejemplo, recuerdo los abusos y cuando me salvé de ser violada en un callejón, aunque parezca increíble.

Primera. En el bus

Tenía dieciséis. Iba en el transporte público. Esa ruta me dejaba a una calle de mi casa y lo tomaba para volver de la escuela. Un señor mayor se sentó a mi lado. Yo estaba del lado de la ventana. Por lo común ponía mi mochila en mis piernas, así que el peso de algo en ellas no era extraño para mí. Pero empecé a sentir presión y lo primero que hice fue intentar disociarme: esto no me puede estar pasando a mí mientras seguía viendo por la ventana. Fue cuando sentí su intención de ir más hacia adentro de mis muslos cuando grité "¡Señor, me está tocando la pierna!" y él solo respondió "Perdón, mijita, no me di cuenta". Por supuesto nadie dijo nada y yo tuve que viajar otros 20 min. a su lado. Cuando iba a bajar del bus, le pedí que se moviera y solo se giró. Le dije que no podía pasar por ese espacio y se levantó. O en mi cabeza así fue. Llegué a casa y le conté a mi mamá. Me dijo que no volvería a irme en un camión, que ella iría por mí. Pero fue ahí cuando entendí que ese gesto de violencia al mismo tiempo me estaba limitando de usar el espacio público. Y me enojé. Mucho. Por eso decidí apropiarme de él, hasta que pasaron otras cosas...

Segunda. En su casa

Tuve un amigo en una ciudad en la que se sentía muy solo. Acababa de divorciarse. Tenía como 25 años, él; yo, 21. Decidí pasar una noche con él porque era mi amigo y quería que se sintiera acompañado. Jamás pensé que mientras yo lo consolaba sin ninguna intención sexual, él pensara que abrazarlo mientras lloraba fuera una invitación a besarme y a tratar de masturbarme. Yo solo recuerdo estar en shock. Y, de nuevo, esa necesidad de disociarme: no me puede estar pasando a mí. Además de pensar en muchas cosas más, como que estaba en una ciudad desconocida con la única persona que creí que podía confiar. Estaba sola, sin ningún lugar a dónde correr. Era más de medianoche. Tenía miedo. Estaba paralizada. Pasaron unos minutos mientras él me seguía besando, hasta que se dio cuenta de que no había respuesta y entonces me pidió perdón y llorar por "ser un estúpido". Ya no le volví a hablar.


Tercera. El callejón

Volvía de la fiesta. Vivía en una ciudad de callejones. Era tarde. Siempre que me metía a un callejón volteaba con frecuencia hacia atrás. Ese día me pasé de copas y solo quería mi cama. No escuché ningún ruido. Metí la llave en la cerradura, estaba a pasos de mi cama. Mi mano fue capturada por la de él. Me empezó a jalar hacia él. Jamás dijo una palabra. Solo insistía en jalarme hacia él. Yo tuve que pensar rápido con todo y la borrachera que traía encima. Comencé a decirle "Suéltame, no va a pasar" repetidas veces. Decidí no gritar por miedo a que se pusiera violento y ahí sí, ni qué posibilidad de salvarme. Insistí en el "Vete a dormir, no va a pasar" hasta que decidió soltarme y se fue. Así, como si nada. Yo entré a mi casa y lo primero que hice fue vomitar. No recuerdo su cara, ni al día siguiente ni ahora, 6 años después. Pero a veces me pregunto: ¿cómo habrá sido el día siguiente para él?, ¿habrá creído que lo soñó?, ¿o se habrá dado cuenta de que intentó a violar a una chica en un callejón?


domingo, 26 de marzo de 2023

El acontecimiento, Annie Ernaux

 Es posible que un relato como este provoque irritación o repulsión, o que sea tachado de mal gusto. El hecho de haber vivido algo, sea lo que sea, otorga el derecho imprescriptible de escribir sobre ello. No existe una verdad inferior. Y si no cuento esta experiencia hasta el final, contribuiré a oscurecer la realidad de las mujeres y me pondré del lado de la dominación masculina del mundo.

domingo, 19 de marzo de 2023

Viaje, Cristina Peri Rossi

 

Primer viaje

fue el del exilio

quince días de mar

sin parar

la mar constante

la mar antigua

la mar continua

la mar, el mal

Quince días de agua

sin luces de neón

sin calles sin aceras

sin ciudades

solo la luz

de algún barco en fugitiva

Quince días de mar

e incertidumbre

no sabía adónde iba

no conocía el puerto de destino

solo sabía aquello que dejaba

Por equipaje

una maleta llena de papeles

y de angustia

los papeles

para escribir

la angustia

para vivir con ella

compañera amiga

 

Nadie te despidió en el puerto de partida

nadie te esperaba en el puerto de llegada

Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo

volviéndose amarillas en la maleta

maceradas por el agua de los mares

 

Desde entonces

tengo el trauma del viajero

si me quedo en la ciudad me angustio

si me voy

tengo miedo de no poder volver

Tiemblo antes de hacer una maleta

—cuánto pesa lo imprescindible—

A veces preferiría no ir a ninguna parte

A veces preferiría marcharme

El espacio me angustia como a los gatos

Partir

es siempre partirse en dos.

viernes, 6 de enero de 2023

De la solitude

 La mayor parte del tiempo la he querido, la quiero, la necesito. Pero hay días en los que me hallo preguntando: "¿quieres ir por un café?, ¿quieres que te llame?, ¿quieres que nos veamos". La pregunta dirigida hacia otra persona cuando quien quiere eso realmente soy yo cuando evado esta soledad. Me puse melancólica y escucho:


"With a hole in my head I looked for you

Through the trenches of war the whole way through

My desire to leave with you I just can't constrain

Regret everything I've done so far

When the pillars of love are all blown apart

And I stumble through the rubble and decay

When I'm terrified I close my eyes

When I'm sad and blue I choose to fight

Heartbreak can only take me to the other side

My impression of you is hard to comprehend

When two people have no time to spend"


"With my whole heart for my whole life" was written.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Llorar tirada en el piso

 Solo dos veces en mi vida me ha tumbado el dolor. En ambas creo que era la desesperación por anestesiar mi cuerpo, querer salir de mi sitio y sin poder hacerlo. Solo en la primera pude ver la luz para las rejillas de la puerta y pedí ayuda mientras la tristeza me ataba como un bloque duro y pesado sobre mi espalda. La segunda no estaba en esta dimensión. Fui y vine del infierno en un par de horas solo por estar aburrida. Dudé un tiempo de la realidad pero asumimos el pacto de ficción y aquí seguimos, dando cabida la multiplicidad del Yo que nos habita. Aquellas Yo que aún no conozco y que esperan salir.